Hace unos meses descubrí esta ya famosa frase. Es la frase con la que Kareem Rahma abre cada mini episodio de Subway Takes, un programa (si se le puede llamar así) de entrevistas grabado en un vagón del metro de Nueva York. El entrevistador es Kareem y el entrevistado no lo tengo muy claro. Digo esto porque en los muchos vídeos que he visto ha salido gente famosa, como Cate Blanchett, y lo que yo pienso que son personas anónimas pero que igual son famosos de medio pelo que simplemente no conozco. Me tengo que enterar bien de esto. El caso es que Kareem dice la frase So, what’s your take? y el entrevistado aporta su opinión sobre un tema controvertido o absurdo, pero muchas veces divertido, y ahí comienza una discusión de menos de dos minutos entre los dos. That’s it.
Fue el domingo antes de acostarme cuando pensé exactamente en lo que diría si fuese yo la entrevistada. Realmente es algo que hacemos constantemente en Twitter, pero queda mucho más mono hacerlo con una MetroCard en la mano a modo de micrófono, ¿no crees? Con más razón cuando a finales de año la archiconocida tarjeta amarilla pasará a convertirse en una reliquia. Y lo que diría es lo siguiente: debería existir un acuerdo tácito por el que no estaría permitido publicar un tuit, una noticia en cualquier medio o una crítica en un periódico y/o revista (en papel o digital) sobre el capítulo de una serie o episodio de un programa a no ser que haya pasado un tiempo más que prudencial desde su emisión (y teniendo en cuenta la diferencia horaria de dicha emisión en otros países). Quiero decir, un poco de generosidad, ¿no? Ya has esperado una semana. ¿Qué más te da esperar un poco más? A nadie le gusta comerse un spoiler. Pues no contribuyas a que otro se lo trague y le arruines el día. Porque se lo vas a arruinar. Te levantas feliz pensando en que esa noche vas a poder tirarte en el sofá en absoluto silencio para disfrutar como un gorrino con ese capítulo que te queda por ver. Saboreas cada hora que pasa porque falta una menos. La espera te consume y a la vez es una promesa de un momento de felicidad plena. Sólo, como si fuese fácil en estos tiempos que corren, tienes que conseguir la ardua tarea de no tragarte un spoiler. Y en esas estaba yo el domingo por la noche, sabiendo que en sólo unas horas emitían el último capítulo de The White Lotus y que no iba a poder sentarme tranquila a verlo hasta la noche del lunes. Eran muchas horas. Mi lunes iba a ser un campo de minas a no ser que le pusiera remedio. En ese mismo momento daba comienzo mi lunes antisocial. Un ermitaño o una monja de clausura no serían nada a mi lado. Además de rezar todo lo que sé, desactivé las notificaciones de Twitter e Instagram. Había publicado mi necroporra y alguien podía dejarme algún comentario. Las de Substack, también. Por si acaso. Por último, me prometí a mí misma no entrar en estas aplicaciones hasta que no viese el capítulo. ¿Sabes lo difícil que es eso? A tu dedo no le importa lo que diga tu cerebro. A estas alturas de la película tiene vida propia y es preso de tus costumbres. Tienes que estar muy concienciado y tener unos reflejos ultra rápidos para ser capaz de cerrar la aplicación en cuanto tu dedo toque el icono. PORQUE, CRÉEME, VA A TOCAR EL ICONO. Como podrás suponer, no vi la televisión ni leí nada de prensa. El lunes podía haber estallado la Tercera Guerra Mundial que no me habría enterado. Mi única misión en la vida era no enterarme de quién había muerto. Y lo conseguí.
Tengo que ser sincera. Me ha pasado algo curioso con esta temporada. Después de terminar la segunda temporada, que me pareció brillante, leí que la tercera se rodaría en Japón —¡en Japón! ¿Cómo de maravilloso podía ser eso?—. Meses más tarde confirmaron que al final tendría lugar en Tailandia. Y me vine abajo. Como cuando en un restaurante te guardas un hueco para el postre porque has visto en la carta que tienen soufflé, lo pides ilusionada y lo que llega a la mesa es un triste coulant. Entre este pequeño detalle de localización y la reaparición de Belinda, a la que no soporto, en la trama, me enfrenté a ella con ciertas reservas. Ya de entrada, la música de la cabecera la habían cambiado. Mal empezamos, Mike. En un primer momento pensé que por mí, como si se morían todos salvo Chelsea. Walton Goggins (que está fantástico en The Righteous Gemstones, también en HBO) me encanta, pero su personaje, Rick, no me podía dar más asco. Las tres amigas me parecían todas unas petardas. Con unos conjuntos que ya los querría para mí, pero insufribles. Los Rattlif; en fin, no me extrañaba que Piper quisiese quedarse un año en Tailandia para huir de su propia familia. Pero no sé en qué momento ni por qué todo eso cambia y entonces no quiero que muera nadie. Los necesito semana a semana y esto es algo que no me pasó con las temporadas anteriores. Necesitaba ver ese último capítulo pero no podía soportar que se acabase. Lo terminé llorando amargamente en la oscuridad de mi salón, sintiendo exactamente esa tristeza que me inunda el último día cuando me voy de viaje y toca volver. ¿Cómo consigue hacerlo? ¿Qué clase de magia negra ha efectuado Mike White? Ha pasado casi ya una semana. Los quiero a todos (menos a Belinda), sin reservas. Los echo muchísimo de menos. No puedo parar de ver fotos del rodaje, vídeos de entrevistas, cualquier cosa relacionada con ellos. Me siento huérfana. ¿A quién voy a ver ahora los lunes?
Al parecer, en un primer momento no querían que Patrick Schwarzenegger —aunque ya lo vi en The Staircase, vaya descubrimiento— por su apellido, formase parte del elenco, pero que en el casting les pareció tan tremendamente bueno que no pudieron prescindir de él. No tengo palabras suficientes para agradecerle a Mike White por haberlo escogido y por estos momentos del propio Mike que no hemos podido ver y de los que nos enteramos ahora gracias a la promoción. Ha creado unos personajes tan fascinantes que no soy capaz de decidir cuál es mi favorito: si Tim, con su camiseta de Duke, teniendo las ideas más locas para evitar enfrentarse a sus miserias. Victoria siendo Victoria, un personaje que con sus frases, ya antológicas, le ha dado mil vueltas al personaje de Tanya. Jaclyn, Kate y Laurie con su contradictorio y divertido sentido de la amistad. Saxon con sus batidos de proteínas y su transformación. O Chelsea, que es la amiga que todos querríamos tener. Con su ternura, su seguridad ante lo que quiere en la vida y su constante capacidad de asombro. Igual tengo que ver la temporada una tercera vez.
So, what’s your take?
Me creas necesidades